"Versos a tres voces"

Hoy amaneció el sol en la piel de tu otoño, (María)
en curvas para deslizar la caricia, (Cora)
que agita la quietud cuando respiras. (Dulce)

Hoy los suspiros se deslizan
como cascadas de melodía

sobre su cuerpo en sintonía.

Allí estaba contemplando la belleza de su cuerpo... 

mirando su desnudez... 

acariciándola con su mirada... 

pintando el lienzo de su cuerpo con sus pupilas... (María)

desnuda esperando los brazos que la encadenen, 

los besos que envuelvan su alma, 

esperando su llegada, temblando, 

palpitándola en lo más profundo, agitada... (Cora)

Allí estaba y sabía, que en su encanto de gitana 

el bailaría la danza de las caricias. (Dulce)

• 
  

• Allí estaba,

bebiendo las caricias 

derramadas sobre su piel

en la epidermis de su alma.

Despojada en las sedas que la envuelven,

en las curvas esperando la caricia

en el abrazo consentido... (Cora)

Envuelto su cuerpo en la fragancia

que embriaga toda su piel,

atada en esencia a las caricias de su alma. (María).

Acude a su encuentro porque sabe

que él la consiente. (Dulce)

Despojada, 

para hacerla suya, 

en el umbral de la noche,

 atada al sentimiento de su alma.

Fluyen las aguas por su piel desnuda...
despierta el deseo, 
en la piel revestida por sus pupilas...
todo se moja... todo se funde...
en el centro donde desemboca (Cora).
Bañado su cuerpo,
encharcando la humedad del deseo.
derritiendo toda su piel,
bebida por la boca de sus ansias de poseerla. (María).
Así resbala gota a gota
la caricia húmeda
que alimenta sus ansias. (Dulce)

Fluyen las olas de la vida

desde los poros de su cuerpo,

hasta el mar de su centro 

y de su corazón.

Dulce-Cora-María

Horizonte (Palabra 44 de 52)

De puntillas cruzas el silencio de mi noche,

con el rayo de luz de tu inspiración,

traspasando el espejo de mis ojos,

y yo me pierdo en el horizonte de tus renglones,

delirando entre suspiros en mis sueños despiertos.

Siento tus labios, tus dedos, tus manos, tu cuerpo,

siento tus caricias derramadas por mi cuerpo,

tus besos fundidos en la boca de mi cielo,

tus deseos encendidos en la piel de mis ganas,

estrujándome el alma con tus versos sedientos.

Hoy en mi piel amaneció el sol en un nuevo resplandor.

"Pensándote"

El silencio me envuelve en la noche,

cobijada en los minutos de mi tiempo,

mis letras te escriben con la mirada hundida pensándote,

escribiendo versos en la piel de tus renglones,

refugiada en el eclipse de tu mirada,

dejándome llevar por aquella música

de entre la caja de mis sueños...

Es el susurro de tu voz quién me acompaña,

son los dedos de tus manos los que se deslizan

por el tobogán de mi espalda acariciándola,

son tus suspiros los que embelesan mi piel,

alcanzando el placer del cielo en mi cuerpo,

es mi boca la que besa profundamente tus sueños, 

para querer alcanzarlos y colarme entre ellos.

"Desnuda mi piel"

Muchas gracias, Eva, por regalarme esta preciosa canción, la de veces que la habré bailado devorándola con tanta pasión, gracias de corazón.


Desnudo tu hambre,

desnuda mi piel,
desnuda mi espalda,
desnudos mis pechos,

desnudo mi sexo,
desnuda toda para ti.

Incito a tu mirada de deseo,

encharcando las ansias de poseerme,

reptando tus manos mi cuerpo,

que me visten de caricias,

deshaciéndome entre tus dedos.

Me bebes con tu boca, poro a poro,

lamiendo con tu lengua mi húmedo deseo,

derretido de gozo mi cuerpo tiembla

en las ansias de querer entrar en ti.

Y pierdes sin control la razón,

cuando escuchas la voz entrecortada

de mis roncos gemidos que te claman:

¡devórame, devórame, devórame!

Y devorándonos en el tiempo detenido,

abrazándonos al universo del placer carnal y del amor,

con ansias lamemos la vida los orgasmos de nuestra muerte.

"En la orilla de la mañana"

Como cada mañana, Azucena, paseaba por la orilla de la playa, en compañía de la nostalgia de su sombra, siempre con lágrimas en sus ojos y una rosa roja en la mano, que de vez en cuando, acercaba a su rostro rociándola con las gotas que resbalaban de sus ojos, los cuales cerraba para oler más profundamente su aroma, a la vez que acariciaba cada uno de los sedosos pétalos de la flor.

El se había ido, tan solo quedaban los restos de sus cenizas enterrados bajo la profundidad del mar, pero para ella seguía estando vivo cuando se acercaba a la orilla de la playa, el tiempo se detenía paseando de su mano, sintiendo sus dedos entrelazados a los suyos, dejando las huellas de su caminar en la arena de la playa de su mañana, caminando en el recuerdo de su ayer, en la misma dirección.

El sonido de la brisa era el murmullo de su voz que le acariciaba su corazón desgarrado de dolor, las olas que le cubrían su cuerpo eran sus abrazos, los que la seguían manteniendo viva en aquella pesadilla de la que no parecía encontrar salida cuando se alejaba de aquella orilla en la que tantas veces había sentido su cuerpo bañándose junto al suyo.

Como cada mañana, en aquella orilla, Azucena, volvía a revivir aquellos momentos tan apasionados sentidos junto a él, que la seguían manteniendo viva, el estremecimiento en las entrañas de su piel y de su alma por el roce de su tacto y la humedad bañada por el mar de su cuerpo.

Cada mañana, su alma se moría de pena, pero allí en la orilla de la playa, con la rosa roja en su mano, volvía a renacer en los recuerdos del ayer.

Agua (Palabra 43 de 52)

Amanezco agua,
en el desvarío de mi mañana, 
con más ansias de ti,

oprimiendo mis muslos,
con movimientos incontrolados

entre las sábanas del deseo.

Y mi cuerpo danza sin parar
estrujando la manta de mi delirio,

en la lujuria que abriga mis ganas.

Desbordada de humedad entre mis piernas,

como diluvio derramado de agua de lluvia,

en el placer inmenso alcanzando el cielo.

Y el tiempo es detenido entre gemidos,
y tú al otro lado, observándome, excitado,
aspirando el vaho con tu mirada.

Te acercas para respirar mi aliento,
y saborear el agua desbordado de mi manantial.

"Cálida pasión"

Tu mirada despoja a mi cuerpo 
de los encajes de mi piel
que destilan humedad de deseo
arrancando mi desnudez.

Tu víbora lengua me lame,

tu boca mastica el placer de mi carne, 

tus labios estrangulan mis ansias, 

tus manos estrujan mis pechos.

Mi cuerpo se tambalea, 

arañándote de ganas
cuando tus dedos delirantes
copulan en el centro de mis labios.

Mi lengua hurga sedienta
la voz de tu grito en la garganta
que gime de placer 
respirando tu propio aliento.

Mi boca retuerce el deseo de tu vertiente 
bebiendo tu cálida pasión derramada.

"Profundo delirio"

Mi cuerpo desnudo,

de blanca piel nacarada,

seduce tu hambrienta mirada,

llevándote al más profundo delirio.

Soy la lujuria de tus ansias,

el agua que sacia tu sed,

el vino rojo que te emborracha, 

el hambre que te provoca devorarme

de tenerme toda tuya entre tus manos,

de reptar mi cuerpo con tu lengua,

de coser mis labios con tu boca.

Soy tu palpitar, tus ganas,

tu deseo, tu gemido,

tu mar, tu sueño,

tu oxígeno, tu luz,

tu adicción, tu perdición.

Oportunidad y Abrazo (Palabras 41 y 42 de 52)

Como cada mañana, Esther, se levantaba sin poder apenas abrir los ojos al mundo, ensangrentados de tanta lluvia roja derramada cada noche bajo la almohada de sus pesadillas. 

Derrotada, cansada, desilusionada, todos los días para ella eran igual de abrumadores, nadie le daba esa oportunidad tan deseada, la que ella tanto ansiaba y esperaba cada día, esa oportunidad que tanto necesitaba como agua para la sed y pan para el hambre de sus hijos. 

El tiempo pasaba, los días cada vez más desesperanzados, las noches más largas con eternas pesadillas, los meses se le escapaban de sus manos, los años se le encallaban en sus piés de tanto caminar buscando ese trabajo tan anhelado, el que cuánto más intentaba acercarse a él, más se alejaba de su realidad.

El mundo le cerraba las puertas dándole la espalda, nada más le quedaba el abrazo eterno de sus hijos.

"Eco al atardecer"

Respiro
el oxígeno de tus versos
escritos con la yema de tus dedos
que me dibujan un lienzo de abrazos,

melodías para mi alma

como...

E

C

O

disuelto entre mis versos,

porque tu voz me agita como un suave murmullo

que me llega traspasando el cristal de mi ventana.
despertándome en el día,

desvelándome en la noche,
besando mis labios de cereza.

Encontrándome en el atardecer

con el rumor de tus pisadas,

crujiendo en el caminar de mi otoño,

avivando al silencio de mi interior.

El eco en mi día comienza

con la primera palabra de emoción,
atravesándome fuerte el corazón

y acabando estremecida con la última ola de mi alteración.

ECO ECO 

"Deseo todo de ti"

Deseo recorrer el infinito placer de tus ansias,

que te deleites con la piel que devora mis entrañas,

sentir el fuego de tus ganas en mi cuerpo palpitando por ti.

Deseo sentir tu voz susurrada de caricias en mi piel,

que la saliva de tu boca se derrame entre mis labios,

que tus besos me empapen de la humedad de tus ganas.

Deseo escuchar tus latidos que me hablen de tu sentir,

arrancar con lujuria tu ropa para abrigarme de ti,

perforar tu piel para meterme en tu profundidad.

Deseo sentir las gotas de tu sudor caer por tu espalda,

beber cada milímetro del mar de tu deseo,

desmayarme en los brazos de tu delirio.

Deseo tus ganas...

deseo tu hambre... 

deseo tu sed... 

deseo tu aliento...

deseo todo todo...
todo deseo de ti...

"Palabra de mujer"

Desciende, lentamente, 

el gemido de la caricia,

sellando mi piel, 

con la palabra esculpida de tu boca

adquiriendo una inmensa dimensión,

desde el cielo de mis ojos

hasta el paladar del centro de mi palpitar.

Y tu palabra se desliza suavemente,

desabrochando la mañana en el día,

como lo hace la lluvia por entre las montañas,

en el sendero de mi cuerpo de mujer,

penetrando por cada poro,

en lo más profundo de mi ser,

mojando el tiempo de mi dicha.

Es mi palabra de mujer,

susurrada temblorosa,

descansando en tu oído,

la que sacude tus entrañas,

la que calcina tu cuerpo,

quebrantando tu delirio,

derritiendo las ansias en tu madrugada.

"Eres culpable..."

¿Y tú me dices sentirte culpable?

¡Sí, claro! ¡siéntete culpable!

muy culpable, mucho...

Eres culpable...

de abrazarme tanto con tus palabras,

de llevarme directa al universo con tus versos,

de encenderme la luz con el calor de tus letras.

Eres culpable...

de transportarme al séptimo cielo con tus besos,

de elevarme directa al cielo azul con tus vuelos,

de hacerme mirar al mundo con el color rosa de la esperanza.

Eres culpable...

de hacer latir mi corazón con tu delicada poesía,

de sentir que mi cuerpo vibre con tu alma de poeta,

de que mis sueños dejen de ser pesadillas y sean más que sueños.

Eres culpable...

de mi ilusión de niña creada con el arte de la poesía,

de sentirme emocionada entre los vuelos de nuestros versos,

de que tú y yo seamos un mundo creativo motivado de palabras.

Eres culpable...

muy culpable...

siéntete culpable...

por creer en mí y en mi poesía.

"Tu esperanza"

¿Dónde puede haber nostalgia 

si existe la esperanza?

¿en qué lugar puede albergar la oscuridad 

si en ella se enciende la luz?

Si la poesía renace con los versos, 

si las letras laten con los verbos,

si las palabras reviven con los besos,

si los poemas son la cuna de los latidos del corazón.

¡No! ya no puede existir en el caminar la soledad,

ni la tristeza, ni el ahogo, ni el desasosiego,

ni la angustia, ni la oscuridad, ni la niebla,

ni el miedo, ni la inseguridad, ni la apatía,

ni la opresión, ni el silencio, ni el vacío.

Hoy, aquí, ahora...

los pasos deben ser firmes,
seguros, hacia adelante, 
abrigados por la esperanza,  

sin mirar atrás en la nostalgia,
con fuerza, con energía, con ánimo,

brillando con la luz de la ilusión. 

Las días deben pintarse con acuarela

de destello en el ocaso de su reflejo,

caminando de frente hacia la vida,

soñándola al máximo en su resplandor,

hasta alcanzar el divino cielo.

Hoy, aquí, ahora...
no sólo en mí, sino también en ti,

en vosotros, en todos aquellos que estamos,
debe reinar siempre la esperanza, 

hazla tuya abrazándote a ella, 

hagámosla nuestra,
la de todos...

mi esperanza, 
tu esperanza.

"Desnúdame"

Desnúdame con tu mirada,

hazme sentir que tus ojos

son la luz de mis pupilas

que iluminen mi alma.

Desnúdame con tu boca,

quiero sentir que sea mi cuna,

que mi cuerpo sea el sendero

que atraviesen tus dedos.

Vísteme de caricias,

respírame con tu aliento,

piérdeme con tus versos,

que beban de mi cuerpo.

Píntame de sentimientos,

de muchos te quieros,

abrígame de caricias

deslizadas por mi piel.

Desnúdame...

desnúdame con tu mirada...