Dulce voz, caricia acunadora, pálpito revestido de aurora boreal,
sombra que alumbra las mañanas
alegrando los vacíos sinsentido,
aquietando el runrún de la mente,
llenando de claridad
todos los miedos de los que huimos.
Voz susurrante que cobijas dulcemente,
alientas en las horas más bajas,
sonríes a la tristeza que ocupa los días,
paraguas en la lluvia torrencial de los sinsabores,
escalera de mano que salta los muros
que en el camino de cada uno,
la vida de empeña en colocar.
Si me preguntan por ti, diré que eres real,
que existes, que no huyes ante el temor,
te creces en la adversidad,
en el dolor llenas de tiritas el corazón,
tus dulces tisanas curan el alma,
tus ojos acogedores recuerdan quién soy